Se intensifica el enfrentamiento entre la universidad más
rica del mundo y el hombre más poderoso del mundo. La Universidad de Harvard
sigue siendo, hasta ahora, la institución más destacada en plantar cara a la
administración de Donald Trump.
El pasado 11 de abril, el nuevo gobierno estadounidense
envió a esta universidad una lista de demandas, que incluían "cerrar todos
los programas de diversidad, equidad e inclusión" y hacer que un organismo
externo aprobado por el gobierno auditara a los estudiantes y al personal con
el fin de tener "diversidad de puntos de vista".
Algunas de estas demandas se dirigían especialmente a la
gestión de los estudiantes internacionales: por ejemplo, la de "impedir la
admisión de estudiantes hostiles a los valores estadounidenses" y hacer
que Harvard denunciara a los estudiantes extranjeros que cometieran una
infracción de conducta ante autoridades federales como el Departamento de
Seguridad Nacional y el Departamento de Estado.
Aunque el Gobierno tomó rápidamente represalias con una
congelación de la financiación federal de 2.000 millones de dólares (1,8
millones de euros), el desafío de Harvard marca un momento clave en la batalla
en curso entre el Gobierno y las universidades privadas de Estados Unidos a
medida que la administración Trump presiona por un mayor control ideológico
sobre la educación superior.
Ya no es la "tierra de la libertad"
Un estudiante extranjero de la American University, una
universidad privada de Washington D.C. -que habló de forma anónima con DW por
temor a poner en peligro su visado- cree que apuntar contra las universidades
es una forma de cerrar el debate y la libre circulación de ideas.
"Soy un estudiante de primer año que llegó a EE. UU.
esperando oportunidades y retos, retos que no comprometieran mis libertades
como individuo y mi libertad de pensamiento. Pensaba que estábamos en la
llamada 'tierra de la libertad'", dice.
Miedo a viajar
Rohan Kapur, vicepresidente de la Asociación Internacional
de Estudiantes de la Universidad George Washington, en Washington D.C., señala
que muchos estudiantes internacionales no se atreven a viajar libremente, por
temor a que sus visados sean revocados en forma repentina.
"Sé que muchos más estudiantes del alumnado
internacional en general no van a volver a casa este verano, se quedarán aquí
simplemente porque no quieren arriesgarse", explica a DW.
Según la Asociación de Educadores Internacionales o NAFSA,
desde mediados de marzo hasta mediados de abril se han contabilizado casi 1.300
casos de estudiantes y académicos internacionales a los que se les ha revocado
el visado o se les ha eliminado su registro en SEVIS, una base de datos
gubernamental con información sobre estudiantes no inmigrantes y visitantes de
intercambio en Estados Unidos.
Pero los riesgos no se limitan a la revocación de visados.
Han surgido algunos casos de estudiantes extranjeros detenidos. Uno es el de
Rumeysa Ozturk, una estudiante de doctorado de la Universidad de Tufts, cerca
de Boston (Massachusetts), detenida por agentes del Servicio de Inmigración y
Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) por escribir un artículo de
opinión en su periódico estudiantil criticando la respuesta de su universidad a
las violaciones de derechos humanos en Gaza.
El gobierno ha citado las protestas propalestinas que
estallaron en las universidades en 2024 como una razón para castigar a las
universidades por lo que considera permitir el antisemitismo y no mantener a
salvo a los estudiantes judíos.
Llamadas a la organización
El pasado 4 de abril, el ex representante demócrata Jamaal
Bowman dijo a DW que la actitud de la administración Trump hacia la educación y
los académicos internacionales parece representar su estrategia política más
amplia.
"La administración Trump y la iniciativa Proyecto
2025...pretende controlar lo que leemos, cómo pensamos, cómo nos involucramos,
porque les da más poder y nos quita poder", dice Bowman, quien anima a los
estudiantes a salir a la calle y exigir responsabilidades.
"Necesitamos que nuestros jóvenes se organicen en todo
el país", insiste. "Necesitamos que todos luchemos con cada fibra de
nuestro ser porque nuestra democracia y nuestra humanidad están siendo
atacadas".