La desigualdad salarial sigue siendo una realidad en el mundo laboral.
Según datos recientes, las mujeres ganan, en promedio, un 20% menos que los hombres a nivel global por realizar trabajos de igual valor. En América Latina, esta cifra ronda el 15%, mientras que en México, el promedio se sitúa en un 14.6%, según cifras del INEGI.
Esta desigualdad se refleja no solo en salarios, sino también en las oportunidades laborales. Las mujeres enfrentan mayores barreras para acceder a puestos de liderazgo y sectores mejor remunerados, y suelen concentrarse en empleos precarizados o mal pagados. Además, el trabajo doméstico no remunerado, que recae desproporcionadamente en ellas, limita aún más sus posibilidades de desarrollo profesional.
Combatir la brecha salarial no es solo una cuestión de justicia, sino de beneficios económicos. Cerrar esta brecha podría incrementar el PIB mundial en un 26%, según el Foro Económico Mundial.
Exijamos políticas que garanticen salarios iguales por trabajos iguales, licencias parentales equitativas y una redistribución justa de las tareas domésticas.